lunes, 18 de octubre de 2010

Y así el león se enamoró de la oveja.

Deseo besarte pero también tengo unas ganas locas de morderte y beber tu sangre, pero no debo hacerlo porque puede que no me contenga y no sepa parar en el momento debido y puedo arrepentirme de haberte matado durante toda mi eterna vida.
Debo ir despacio, con tiento e ir acostumbrándome al olor de tu sangre que tanto me atrae. Soy incapaz de saber que piensas mientras me voy acercando lentamente a tus labios pero solo te pido que te mantengas quieta y no hagas ningún movimiento brusco.
Es un periodo de tiempo precioso este de acercarme a tus labios, contener la tentación que te propongo en ese instante de acercarte a mis labios y besarme con fuerza, pero justo cuando no puedas mas, ya habré rozado tus labios con los míos.
Justo al entrar en contacto con mis labios un largo escalofrió recorre todo tu cuerpo porque se que soy demasiado frió, pero noto como quieres que ese instante no acabe nunca y que sea un beso eterno. Y habrá mas besos fríos, lentos y preciosos a tu lado, porque eternamente estaré contigo.

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